diciembre 26, 2005

Pandora dejó a Epimeteo

Pandora abordó el carruaje, su cuerpo cansado pedía a gritos algodón de dulce, sin embargo Epimeteo insistía en robar su corazón y arrancar sabores de sus labios, recordó en un segundo cada instante compartido con él, pero se sentía cada vez peor, sabía que no deseaba seguir a su lado, y valiéndose de una tonta artimaña, se lo hizo saber, la atormentaba perder su célebre y enigmática caja, pero con valor y sin medir las consecuencias, le confesó que no deseaba estar mas a su lado; le dijo que por su bien y por su salud mental en especial, debería dejarlo ir, Epimeteo la abrazo, pero ya no le resultaban tan familiares esas expresiones de afecto, Pandora arribó a su destino, le dio un beso en la mejilla y se marcho con Boreas; en un paraje solitario se quedo Epimeteo, con su caja y con una sola lagrima que logró robar de los ojos de la ya, ausente Pandora.

diciembre 17, 2005

Manos Vacías

Un dolor muy inmenso rodeaba el diminuto cuerpo del ángel, reía y se mostraba fuerte, pero solo él sabia la inmensa tristeza en la que se sumía su alma. Su voz entrecortada, expresaba los últimos lamentos de su corazón y de nuevo sus ojos se llenaron de lagrimas, pero en esta ocasión incluso sus pulmones se negaban a respirar, simplemente no deseaba seguir amando; pensaba en todos los recuerdos de su amada reina y eso solo provocaba más y más sufrimiento; por una parte se sentía aliviado por que su amado ser descansaría en un mejor lugar, en aquel bosque en el que la bailarina, la princesa y la niña visitarían mas temprano que tarde; de alguna manera le consolaba, pero solo un poco, pensar que al caminar entre las raíces de aquellos milenarios árboles encontraría a Fiorella la reina de su corazón.
Mientras tanto debe conformarse con seguir en búsqueda de un nuevo motivo que le permita respirar, aunque ya no se sabe si desea hacerlo, se pregunta constantemente ¿que sentido tendría, encontrar tan preciado tesoro, pasar las más grandes travesías y después perderlo?... el ángel miro sus manos de nuevo… como siempre…están vacías…

diciembre 10, 2005

Azucenas en primavera

Las hojas de los cerezos seguían cayendo en su ventana, y en este, más que en otros otoños, la bailarina sabía que esta podía ser su última estación; extrañaría muchas cosas, pero nada tanto como sus zapatillas de ballet y el algodón de dulce. Sabía que ya se acercaba la hora de cerrar el teatro y callar el eco de los aplausos, antes de que las azucenas color mostaza desaparecieran debido a la llegada del invierno; la bailarina junto con la princesa picardías y la niña escondida en ningún lugar, decidieron que había llegado el momento en el que debían escuchar los susurros del viento y seguir las estrellas blancas, hasta llegar al bosque donde son inmortalizados los anónimos y son absueltos los culpables; al abrir los ojos se encontraron las tres en una amplia pradera recogiendo azucenas color mostaza en primavera para siempre.

diciembre 06, 2005

Querida princesa

Ni cuando se le extravió su dirrogo en el reino de Gantenari, había llorado la princesa tanto por perder alguna de sus pertenencias, como cuando la voz de las cajas dejó de susurrar para siempre y las hermosas palabras se quedaron sin rostro, no se en que momento su ansiosa sonrisa abandonó sus labios, me recordó cuando las azucenas desaparecen una tras otra de las frondosas praderas al llegar el crudo invierno; los destellos de sus ojos se apagaron conforme se ponía el sol mientras la luna pronta se ocultaba lejos de la vista, en el horizonte. Yo su ángel guardián, hubiera dado todo solo por evitarle tanto dolor, pero mí naturaleza me impidió realizar el milagro que le devolviera el susurro a las cajas o el rostro a las palabras, solo pude gritar princesa mía, por que mi cuota de milagros se venció en un fallido intento por arreglar mi vida y restaurar mis maltratadas alas. Ahora princesa picardías te pido disculpas por ser tu ángel y no cumplir con la misión que me fue asignada, quiero implorarte, que sigas rezando todas las noches la oración que tu padre te enseñó, no dejes de creer solo por que yo soy un mal ángel, y recuerda algo princesita, te espero cuando caiga el rocío de tu ventana para salir de nuevo a la pradera a recoger azucenas en primavera.