diciembre 30, 2009

Que pensamientos irracionales se cruzaron en mi meditación vespertina , esas viejas tristezas y malos recuerdos de desesperación, traición y celos, este año odié, pero odié con fuerza, con intensidad, me obsesioné con ligerezas y me porté como me debía portar, mal, muy mal, sentí que es ser pateado en el estómago por un ejército de ratas, y también supe que era una verdadera pena de amor, golpeé, grité, bese y soñé, entre, salí, subí, caí, me rompí la nariz contra el suelo, y me raspe las rodillas de tanto rogar, mordí, me ahogue en mis propias lagrimas, me caí de la cama y rompí mis camisas viejas.
Me baje del carrusel sin esperar que parara, me subí en todas las bicicletas que encontré, me leí todos los libros que me cabían en la maleta me canté todos los temas que quería y baile con los indigentes, las putas, los locos y los deprimidos.
Hable con todos los desconocidos que pude y me tropecé con todas las piedras que traía mi camino, regué la sal del comedor y rompí todos tus espejos también, me paré en los semáforos a reírme de mis buenos días de mis malos días y de los que simplemente son días. Me moje bajo la lluvia, me bronceé con el sol, me comí las verduras y escondí la sopa. Pensé en mi madre, ignore a mi padre y suspiré por las ballenas. Trague agua en la piscina, me volé el cerebro con una pistola y me saqué los intestinos para metérmelos a las malas nuevamente. Fui zombi, artista de circo, guía turística, carpintera, traga fuego y maniquí de aparador.
Veinte vidas viví en este año, tal vez más, sacaba una nueva de la billetera cada mañana que sentía que quería morir para nacer de nuevo, traté de ahorcarme con los cordones de mis zapatillas y me puse las botas para pisar el prado.