enero 15, 2012

Dimanche.

Sigo anudando sogas en mi cuello, como si lo necesitara, en medio de pseudo intentos de libertad, de a poquitos arrojo por la ventana  partes de mi cuerpo, pretendiendo escapar de la celda en la que estoy convirtiendo mi vida, pero solo es una mala versión de la yo que era antes de todo este caos, una mala copia de lo que fue alguna vez un alma sencilla pero libre. Había decidido que no escribiría más biografías, ni historias inconclusas, ni canciones tristes, ni ideas bipolares en este espacio, tal vez esto es lo único que me queda de mi misma fuera de este estuche que envejece con los meses y se adorna al estilo del 2000, por eso deje hoy que mis dedos dijeran abiertamente lo que mi boca no se atreve a confesar. Un año de fortuna dice Salomón y la parte ilusa de mi ser se hace a la idea de que tal vez es posible y que lo será. Antonita sigue riéndose de mí en algún lugar de este cuarto, yo me siento con el computador en las piernas mientras Lola en un plácido sueñito matutino espera que su dueña le sirva la comida. Buenos días llenos de lágrimas y tristezas, lo peor, ¡en domingo los adultos trabajamos!