Y así lo vi, entre el dolor de mis amigos y la seguridad
de la cuarentena, Héctor Abad, el humanista, el que respeta la vida ajena y yo,
la que pelea por lo injusto, por lo que duele, yo, tan pequeña, tan minúscula,
al lado dese hombre , que partió en dos la medicina, la contemplación por los
otros y la necesidad por respetar la vida, yo, la que quiere morir, que no encuentra
sentido a la vida, parada frente a lo tosco que representa este feo país, donde
vivir es un suplicio, y sobrevivir una necesidad, leer la historia de quien defendía todo, la belleza, la nostalgia
y la virtud, somos seres efímeros, entre
el olvido que seremos y las cartas de princesas que esperan que enrique VIII no
las mate, somos todo y somos nada, un capullo privilegiado que emerge en esta
penumbra y un rezago de luz que ilumina a nuestros queridos, somos nada,
efímero como la cola de los cometas, efímeros como la imagen que se desvanece
en la memoria, no somos nada, somos recuerdo, somos olvido, somos nada.