octubre 20, 2020

 













La última vez que le vi, sentí que todo se había superado,  que la culpa y las puñaladas que me clavaba yo misma en la sien era suficientes para él,  pensé que su capacidad de resiliencia era la lección más fuerte que aprendería por esos días,  por encima de sus frijoladas y sus arepas autogestionadas, yo misma me encargué de sembrarle ese ego y despotismo, llevada por los dolores que cargo en mi hígado desde hace muchos años, aún así, me quedé con las manos vacías, un reguero de lamentos y una medallita de San Benito, recién comprada.
Me dijo que le "gustaría hablar", que sus cachos no son de vaca sino de diablo, pero no respondió a uno solo de los mensajes, me dijo que no hablara de humillaciones cuando solo escribí y llamé, pero no sabe que no dormí,  que no paré de llorar y que aún de vez en cuando abro su cajón y sigo llorando, aunque ahora por mí,  por no tener esa capacidad de parar a tiempo, de entender que hay amores de monarca, y que no todo el mundo tiene corazón de maple y coco, algunos corazones son recios, y quieren que sus parejas sean talladas con la mano o simplemente no son la langosta para mí.
Llegó a enseñarme una fortaleza que conocía,  pero a sacar también lo peor de mí,  el remordimiento, el daño autoinfringido, la ansiedad por abandono, la depresión.
Apenas 3 semanas de una separación que era inminente desde aquella vez que debí dejar de insistir, cuando me quedé sola en suba hace 4 años. 

octubre 14, 2020

Reloaded

 En estos días de aprender a perdonar(se) y sonreír(se) con el hígado, limpieza de pisos y compras de octogenaria, poquito y dolorosamente los pensamientos parecen levemente organizados de cuando en más, el señor de los arequipes sigue siendo el fantasma que se esconde en los muebles de wengue, pero hasta esas lágrimas ya se van secando, con el pasar de los dias y de esas culpas que me deja cada que medio le toco el tema, mientras, en mi pequeño apartamento, lo que jamás esperamos que sucediera, pasó, aterrizando de plano en mi planeta nuevamente, esos intentos forzosos de reconciliaciones con mi 2019, me acaban de enseñar que para mí sí son temas cerrados, que no me perturba en lo más mínimo el sueño, parece que las sesiones de terapia me mostraron que mi capricho es más ciego que mi compromiso a largo plazo con sentimientos profundos, que todo lo que dije y creí sentir, o se fue al fondo del caño tras el año nuevo, o simplemente era mi autodeterminación por conseguir lo que se me antojó, vuelve, o intenta, pero ya no qiero.

2019 sorprendiéndome de nuevo.

octubre 10, 2020

Cuarto día

 Otro día de silencio, uno que otro ladrido en la ventana, parejitas jugando a desaparecer en edificios de dar amor, pero la casa sigue vacía y la basura no se saca sola.


Ni pastelitos, ni coco, ni arequipe, las comidas siguen amargas y ese silencio que desquebraja mis peredes.

Lejísimos del dulzor y la alegría.

octubre 03, 2020

 Poco a poco esa imagen, el olor, los dichos, las manías, las caricias, se irán borrando, esos espacios se quedarán vacíos,  dispuestos a nuevos colores y sabores, tanto que se da y siempre termina en lo mismo, frío y pedazos de las entrañas regados en las paredes, se da mucho, se espera mucho, pero se falla mucho también,  esas víctimas siguen por todas partes como zombies, esperando otras vísceras para devorar, así soy, así seremos, solo el espectro de lo que fuimos tomados de la mano, así seremos, solo el recuerdo y el olvido.