“MI AMOR, HOY ME ACORDÉ DE TI AUNQUE NO LO MERECES TENGO QUE
RECONOCER QUE TE AMO. Cómo olvidar aquel día cuando te pregunté sobre mis
cuadros por vez primera. YO CHIQUILLA TONTA, TU GRAN señor con mirada lujuriosa
me diste la respuesta aquella, para mi satisfacción por verme feliz, sin
conocerme siquiera me animaste a seguir adelante. Mi Diego del alma RECUERDA
QUE SIEMPRE TE AMARÉ AUNQUE NO ESTÉS A MI LADO. Yo en mi soledad te digo, amar
no es pecado a Dios. AMOR AÚN TE DIGO SI QUIERES REGRESA, QUE SIEMPRE TE ESTARÉ
ESPERANDO. TU AUSENCIA ME MATA, haces de tu recuerdo una virtud. Tu eres el
Dios inexistente cada que tu imagen se me revela. LE PREGUNTO A MI CORAZÓN POR QUÉ TÚ Y NO ALGÚN OTRO. Suyo del alma mía. Frida
K.”
Y heme aquí, de nuevo, con las cosas claras y sin poder
tomar chocolate espeso. Con una
sobreestimulación de las glándulas lacrimales y el apetito ausente. Como al principio, pero peor, sintiendo el peso de los años en la espalda y
suponiéndome al espasmo cerebral. Qué hay de diferente en este pozo al que me
has empujado de nuevo? Por qué siento que voy cayendo a diez mil kilómetros por
hora sabiendo que quedaré esparcida por el suelo desecha y en mil pedazos y por qué ahora no quiero cogerme de las paredes
y quebrarme los dedos, partirme las uñas y gritar? Por qué me ha salido este cayo
que curtió mi sentido de supervivencia? Tan mal estoy? Mi espíritu se quedó
adormecido esta mañana en mi cama mientras yo me levantaba a recibir tu disparo
letal? Por qué esperaba la crueldad de
un verdugo sabiendo que mis esposas estaban abiertas y tenía el tiempo
suficiente de escapar, por qué me expuse a ser decapitada sabiendo que no había
cometido ningún crimen ni había sido condenada a muerte?
Leo y releo las cartas de Frida a Diego y no dejo de
sentirme como en un sueño que se repite de mujer a mujer, de generación en
generación, miles de grandiosas féminas no correspondidas, desechadas a su
suerte, torturadas por ellas mismas y por sus miles y ciertos de amores
fallidos, todas historias inconclusas que llegan del pasado a recordarnos que
no somos tan diferentes, que siempre habrán personas que anden a medias por la
calle, con su corazón repartido en mil camas y en otros cuerpos, miradas vacías
dirigidas a la nada, esperando ser sorprendidas por el amor. Abrir los ojos ya no es suficiente, ahora
debemos andar con una herradura de la buena suerte, bañarnos con pócimas de olores raros y encender velitas
rojas cada día a ver si en alguna esquinita aparece de repente alguien que nos
robe los suspiros y nos demuestre que todas esas partecitas esparcidas de
nosotros pueden ser el todo de una nueva vida.
Alto, Respira, Piensa, Actúa