febrero 24, 2007

APENDI - CITY

Ya bastante confundido se encuentra el señor en ese callejón, parece que está repleto, un niño corre por la acera y él solo puede preguntarse que es lo que está sucediendo, ella está tirada, sola a su suerte, mientras él se complace con la danza de unas fulanas, ella solo respira profundo y vuelve a respirar. Hay policías, muchos diría yo, como en desfile militar, pero recorrer la ciudad solo agudiza la exaltación de las masas, divagar por la urbe en busca de algo de diversión, pobres diablos inconformes! El circo se detiene, queda suspendido el trapecista en el aire, mientras, el narrador de esta historia se acerca y le susurra a la pobre niña al oído: TODO ESTARÁ BIEN. Inmediatamente, el payaso continúa con el show y la mujer barbuda se prepara para salir a escena.

Más tarde en la soledad de sus cobijas: le retumban los oídos por tanto ruido, y solo le queda respirar, seguir intentándolo al menos, no es nada grave, nada quirúrgico le dicen y recuerda la voz aquella, sin embargo nada estaba bien esta vez, y un tubo en la garganta mantenía su cuerpo en la sala de descuartizamiento, aunque su mente seguía en la calle, pensó en sus hijos, los que no ha tenido y que quiere tener, pensó en Australia y en el carnaval de Rió de Janeiro, pero sus pulmones no querían responder, ni el vientre de su madre comprendía por qué las cosas eran tan duras para ella, ni las glándulas, ni el trapecista, ni la mujer barbuda lo sabían.

Lo más triste de la recuperación pensaba, no es que la carne intente regresar a su estado habitual, tampoco estar estático mientras las vísceras se recomponen, es difícil no salir, no contagiarse del mal humor del prójimo, no caminar en la noche y no enojarse por el tráfico, para una persona acostumbrada a la brisa, al humo, al ruido, la convalecencia resulta ser una lanza invisible que desgasta el espíritu, un ácido que corroe de impaciencia la mirada, se sufre por que se sufre encerrado y por que no se considera posible dejar de sufrir, no por nada más; también se sufre por la papaya diaria, constante y recurrente, el hastío hace querer correr pero ni eso pueden hacer las piernas.

No tiene apéndice y sus otras inflamaciones parecen ceder ante tanta píldora, remedio, menjurje y ampolleta. Las flores siguen aromatizando el lugar pero añora el circo, el espectáculo y obviamente desea ser de nuevo uno de los pobres diablos inconformes que se desplazan entre calles y carreras. Pero tanta soledad ha nublado su visión del mundo, se siente abandonada y desasida por la gracia del universo, ahora saldrá a la calle de nuevo, caminará pero su vida no será la misma, ahora tiene una cicatriz más en el abdomen, otra en el espíritu y otra en el corazón. Los quistes de su músculo cardiaco han salido con la anestesia y junto con ellos muchos otros buenos presagios y se reencuentra con sus otras personalidades, las egoístas, las agresivas y las despegadas. Pobrecita muchachita sin nadita que comer solo jugos, champiñones y papaya todo el mes, cantan los niños en la puerta mientras el mundo gira, da vueltas y se revuelca.

pic by pinkdeadkitty®

febrero 14, 2007

Estrías celulares, videos gastriticos, fetideces faciales y plantas que caminan, salir de la clínica mientras un dedo se desangra y un cadáver yace tendido bajo un puente peatonal con la mirada hacia el infinito y la nariz paralelamente horizontal al concreto.

Se sienten las costillas flotantes aprisionando órganos importantes

Se sienten las vísceras intentado correr por cualquier orificio corporal,

Se siente el aire ronronear por los pulmones

Se sienten cansadas las piernas de rozar el pasto seco

Se sienten cansadas las escamas de la piel de recibir tanto sol

Se sienten cansadas las pestañas de someterse ante el viento

Se sienten cansadas las manos de tanto palpar el metal

Se siente la piel de gallina cada vez que se acaricia ese cuerpo tan familiar

Se siente demasiado amor en el corazón

Se sienten los besos en la mañana cuando comienza a nacer el día.

Pero se siente, eso ya es algo, podrían estar ese sinnúmero de órganos descansando estáticos en una camilla anfiteatral, sin patrones aparentes, sin sentir y sin estar, como los de ese, antes humano, que tirado a 10 metros de un puente miraban morbosos transeúntes del occidente de la ciudad.

febrero 07, 2007

De nuevo pedía ser redimida, pero sin saberlo se entregó a las manos del feroz engendro; no tenia salvación, similar a los calamares de las grandes profundidades, este ser solo apetece cuerpos frescos y almas ingenuas, mientras sus rugosas y profanas entrañas se desenlazan de manera directamente proporcional a la caída de su cuerpo por el abismo.

Como vil presa siguió los tentáculos hasta las profanas aguas del fondo del océano, pero al rato solo sus huesos roídos retumbaban por los cavernosos orificios del lecho marino.