Es posible suspirar con la mano en la garganta mientras tus nudillos arden de tanto golpear las baldosas del piso
Leer, llorar y suspirar de nuevo
La piel está cansada de extrañar y odiar, por eso los poros desean recuperarse
Las entrañas duelen de tanto sentir el agua fría sobre la espalda
Pero los ojos renuncian y el corazón también, ya no hay nadie que me espere
Ahora solo dejo que la nubosidad se apodere de las terrazas y de los lugares recónditos del corazón para que se oxigene la sangre que simula tibieza en este cuerpo...
la mariposa abre sus alas de nuevo hacia el sol y abandona el capullo que la protegió de la lluvia.