junio 23, 2009

Que fincito de semana, se suponía que la paz llegaría a mi cabeza pero cada vez más confundida me encuentro, de pronto son las gotas o las perdidas las que me tienen así de descontrolada pero ahora no me siento con capacidades de emprender un camino firme, al contrario todo es confuso y nebuloso.
Un gato se pasea de carpa en carpa y yo me fumo un cigarrillo debajo de la lluvia.
La cerveza está fría y el whisky derrite el hielito que tenía en el vaso, pero yo lejos de querer embutirme algo más me voy a caminar sin rumbo fijo.
Tengo un vacío en el estómago, y los beats no me dejan respirar pero de todas maneras el parlante me anima a moverme y no sentarme a llorarlo, a gritarle hasta Bogotá:
¿Por qué? ¿Por qué se acaba todo? ¿Por qué tengo que someterme a la ausencia?
Entonces sigo así, como todos los días con la sonrisa en la cara, y el llanto por dentro…
Tengo una máscara que no me deja tranquila. Que me protege, y me esconde, por que no quiero mostrar más las ojeras que tengo desde esa mañana en la que te enterré!