enero 23, 2014

Cartas de Frida a Diego



“MI AMOR, HOY ME ACORDÉ DE TI AUNQUE NO LO MERECES TENGO QUE RECONOCER QUE TE AMO. Cómo olvidar aquel día cuando te pregunté sobre mis cuadros por vez primera. YO CHIQUILLA TONTA, TU GRAN señor con mirada lujuriosa me diste la respuesta aquella, para mi satisfacción por verme feliz, sin conocerme siquiera me animaste a seguir adelante. Mi Diego del alma RECUERDA QUE SIEMPRE TE AMARÉ AUNQUE NO ESTÉS A MI LADO. Yo en mi soledad te digo, amar no es pecado a Dios. AMOR AÚN TE DIGO SI QUIERES REGRESA, QUE SIEMPRE TE ESTARÉ ESPERANDO. TU AUSENCIA ME MATA, haces de tu recuerdo una virtud. Tu eres el Dios inexistente cada que tu imagen se me revela. LE PREGUNTO A MI CORAZÓN POR QUÉ TÚ Y NO ALGÚN OTRO. Suyo del alma mía. Frida K.”

Y heme aquí, de nuevo, con las cosas claras y sin poder tomar chocolate espeso.  Con una sobreestimulación de las glándulas lacrimales y el apetito ausente.  Como al principio, pero peor,  sintiendo el peso de los años en la espalda y suponiéndome al espasmo cerebral. Qué hay de diferente en este pozo al que me has empujado de nuevo? Por qué siento que voy cayendo a diez mil kilómetros por hora sabiendo que quedaré esparcida por el suelo desecha y en mil pedazos y  por qué ahora no quiero cogerme de las paredes y quebrarme los dedos, partirme las uñas y gritar? Por qué me ha salido este cayo que curtió mi sentido de supervivencia? Tan mal estoy? Mi espíritu se quedó adormecido esta mañana en mi cama mientras yo me levantaba a recibir tu disparo letal?  Por qué esperaba la crueldad de un verdugo sabiendo que mis esposas estaban abiertas y tenía el tiempo suficiente de escapar, por qué me expuse a ser decapitada sabiendo que no había cometido ningún crimen ni había sido condenada a muerte? 


Leo y releo las cartas de Frida a Diego y no dejo de sentirme como en un sueño que se repite de mujer a mujer, de generación en generación, miles de grandiosas féminas no correspondidas, desechadas a su suerte, torturadas por ellas mismas y por sus miles y ciertos de amores fallidos, todas historias inconclusas que llegan del pasado a recordarnos que no somos tan diferentes, que siempre habrán personas que anden a medias por la calle, con su corazón repartido en mil camas y en otros cuerpos, miradas vacías dirigidas a la nada, esperando ser sorprendidas por el amor.  Abrir los ojos ya no es suficiente, ahora debemos andar con una herradura de la buena suerte, bañarnos con  pócimas de olores raros y encender velitas rojas cada día a ver si en alguna esquinita aparece de repente alguien que nos robe los suspiros y nos demuestre que todas esas partecitas esparcidas de nosotros pueden ser el todo de una nueva vida.
Alto, Respira, Piensa, Actúa