julio 13, 2006

Diego...

Me pediste entre almohadas que te escribiera algo, ahora solo me queda un hueco en el corazón y un vació mental que solo se llena con el daño que me hiciste.

Acá esta mi post, no se si era lo que esperabas pero es lo que siento…

Todo esto fue un sueño, solo eso, una plácida somnolencia que me cegó mientras clavabas un cuchillo en mi regazo, mientras te escabullías tras mis cabellos para planear una estocada final, nunca lo comprendí solo hasta que tu sonrisa perfecta y tus hermosos ojos me mataron, me sacaste uno tras otro los órganos vitales que mantenían de pie este cuerpo que te entregué y con tus jugarretas fracturaste hasta la ultima intención de vivir que me quedaba.

Sé que de esto saldré, es duro, doloroso, he perdido bastantes fuerzas, sangre y uñas en el intento de salir del pozo en el que pretendiste ahogarme, y si, te ame, te amo, y no se por cuanto tiempo estaré amándote a ti, a tu recuerdo y a tu hermosa pero traidora figura.

Te lastimé, me lastimé, me lastimaste, te lastimaste, te traicioné y me traicionaste, ahora lo estoy pagando y tu también.

No sé si pueda vengarme de ti, no se si logre odiarte, no lo creo; creo que solo seguiré acá, sentada, esperando que mi corazón sane, mientras te revuelcas en un sinnúmero de experiencias que tal vez conozco, mientras dices un montón de palabras que tal vez he escuchado, mientras acaricias a alguien más de la misma manera que mi cuerpo reconoce y seguirá reconociendo.

Y si, estos meses estuve en el cielo, en el infierno y en el limbo, pero ahora solo estoy acá, en una tierra vacía, estéril, despoblada y fétida, ¿sabes? arrancamos hasta la ultima margarita, los claveles y las orquídeas no crecerán más en este nuestro viejo jardín, pero sé que seguirán vivos y reproduciéndose en mis recuerdos y en los tuyos, en los nuestros y en los de nuestros hijos, los que tuvimos en ese universo paralelo donde la felicidad es para siempre, en un lugar que empieza por Z y termina por A, donde el algodón de dulce no se termina y la belleza es eternamente perfecta, solo ahí fuimos y seremos felices de nuevo y para siempre, solo ahí podré olvidar, y mi corazón crecerá entre las raíces de los robles mientras contemplamos un pueblo cercano a la cuidad desde la terraza de un hotel…

Y ahora y con millones de lágrimas en mis ojos, te perdono, a ti y a tu descendencia, nos perdono a ti y a mi, por ser tan crueles con nosotros mismos, perdono al mundo que nos hizo susceptibles a la belleza de la mentira y fáciles a brazos que prometían el paraíso pero que se alimentaban del dolor que nos hacíamos.


¡Te amo, y te perdono, desde hoy y para siempre!