diciembre 27, 2018

#tbt

Decidir coger las maletas y empacar las sobras de la mesa que compartíamos fue casi tan lascivo como mi pasividad e incapacidad para esperar porque la suerte cambiara a mi favor, se cayeron los cuadros, se quebró el yeso de las paredes, se llenaron de hojas muertas la sala, la cama, el tocador, nada sobrevivió, el abandono fue más grande que las ganas de limpiar el reguero.
Respirar profundo, cambiar de cobijas, quemar sábanas y alistar a un nuevo paciente para chuparle la sangre, pero en este hospital de trasplantes, cirugías a corazón abierto, abortos, extracciones de muelas, ya no hay espacio para nadie, se prefieren cerrar las puertas al público.  Traumático todo este asunto, desgastante, doloroso y con el peor pronóstico.
Las carcajadas, las quejas de la gente y ese olor a sangre y visera que recorre y se sobrepone entre el alcohol, la cocaína y uno que otro besito de adolescente.
Me muero y al rato se resucitar, soy como los gatos seis vidas de más, seis vidas de más.
Sobrevivir sobreactuar, siempre fingir, siempre fatal, solo un desliz, es lo normal, risa infeliz, todo es fugaz.

Se le dan dos, tres, cuatro vueltas al tema, se piensa en todo lo que se dijo, se hizo y se dejó de hacer, como una película repetitiva en una pared mohosa de algún cine barato, tal vez un cine XXX, la escena es la misma, borrosa, lúgubre, podrida, ese último beso a las 9 am de aquél jueves, que nadie sabría que sería el último, quedó congelado en las partículas del aire, de la memoria, del cuarto que olía a cocteles, ginebra y punk desatendido.
Algunos intentos de acercamiento entre la tercera guerra mundial de dos arrogancias en zapatillas, nada funcionaba para evitar que la catástrofe y la bomba atómica explotara en la cara de alguien, la desfiguración solo era comparable con el desmembramiento, nada sobrevive, nada se repone, nada se puede volver a coser.
Volviendo al tema del apego, del pegarse de lo mínimo como una lamprea al intestino, como una larva carnívora a un pobre animalito desvalido, soportar el tsunami agarrándose con las uñas a lo poco que quede de piel, al final todo debe soltarse, así esto implique ahogarse en agua fétida.
Dos semanas y ya amaneció tarde para los dos, se secó el café con todo lo que podría traernos felicidad, mientras camina por la playa y come mariscos, todo se sigue volviendo hielo por acá, ese corto camino se volvió una distancia irrecuperable, tal como yo lo había pronosticado, no sé si fueron las fotos, la mentira o simplemente que todo me lo decía, no obstante, sigue siendo un infarto de miocardio pensar solo en que ya no sé nada de él, de su risa, de los perros, que preferimos borrarnos de un disparo en la sien, cortar la cabeza con un machete y prenderle fuego al planeta.



Un profesional en las distancias cortas,
tu silencio es vulnerable y delicado,
cuántas noches te pasaste recordando.

Un aeropuerto que jamás te espera,
Esto puede hacerse de diez mil maneras,
nunca mi sonrisa fue tan triste y tan sincera.

y todo se resume en:

Tú tuviste tus razones y al final no fuimos por donde nos vinimos.