enero 25, 2011

Cocodrilópolis

Cocodilópolis conmovía el mundo de las antigüedades pero a mí sólo me conmovían los letreros de los buses de la pared, la cajetilla de cigarrillos en la mano y su sonrisa elegante pero casual. Un grito agudo quería salir de mi garganta como el de un ternero pequeño mordido por un gran cocodrilo del Nilo pero sólo tengo mis intereses en los pliegues de sus células y en el brillo de sus ojos en ese caso gritar, llorar, patalear, acabar con la despensa, morderme los codos o tirarme a un pozo sin fondo no tiene el más mínimo sentido.

Nuestros sentimientos se han momificado, los envolvieron en vendas con miel y los metieron en un sarcófago egipcio saturado con resina.