enero 19, 2011

A la caza del tiempo

Se rompen los relojes de la casa cómo una propuesta metafórica de que se nos acabó el tiempo, de que tuvimos unos días, que los tomamos en pequeñas dosis y que no los volveremos a ver. Las hojas de los libros se caen, las raíces rompen las paredes y los vidrios se quiebran de vejez.

Tan ridículo, tan falso, tan ilógico, tan vacío, siempre tratando de hacerse el interesante, porque no tiene nada en la vida más que la apariencia, si pudiera apuñalarte tiempo, y ver como los segundos de tu sangre salen en forma de palitos rectos de 3 milímetros de longitud, y tras ellos, tus mecanismos de funcionamiento, así en tu enorme cabeza que de por sí estaba ya vacía, quedarían espacios para que crezcan flores sabias de verdad, no reflejos de los otros.

¿Hasta cuando mentiras? sé que tarde o temprano se descubrirá tu trama. No se necesita ser un cazador muy habilidoso, por que tu farsa se vé a kilometros luz.