enero 26, 2011

Vampiros pseudoacadémicos

Que falsedad, aún no dejan de sorprenderme los simples mortales, tan frágiles, tan permeables, tan susceptibles a la repetición de estereotipos, intrincados despojos de lo que han visto en otros, he visto la transgresión de lo auténtico, lo sutil y lo importante de la vida, muchas toneladas de eufemismos que se tambalean en la cuerda floja de la personalidad y el plagio. Son capaces de tomar un don como el de la palabra, ponerlo en un empaque bonito, exponerlo en una vitrina, llamar un público ingenuo y de preferencia femenino y fácil de impactar y recoger las migajas del aplauso y la adulación, mostrarse y exponerse para vender basura y recibir a cambio halagos y autosatisfacción. Que divertida manera de conquistar corazones huecos que huelen a Paris Hilton comprado en San Andresito. Hablamos, reímos, vivimos, tomamos leche tibia y de vez en cuando intentamos escribir, creemos que es un ejercicio autóctono, espontáneo, pero sólo es un aviso luminoso para ganar un adepto, un seguidor, un fanático un obsesivo, una dedicatoria o un tiro en la cabeza. Vomito de asco, me repugna sentirme parte de este selecto grupo de ridículos que necesitan exponerse a través de una que otra palabra mal digitada, de ese rancio y atormentado hatajo de pseudohumanos que necesitan de la fresca sangre complaciente de un público falto de cordura y que se sorprende con baratijas.