Tres pasos y se cae encima de sus propias heces, pasa la página y se estrella contra un muro en llamas, cinco pisos abajo y se está derrumbando el mundo.
Deje volar la imaginación, cual rastreador de constelaciones uniendo punto a punto inmarañables telarañas con moscas, cucarachas, gusanos, labios pintados, planchas para pelo, picadura de tabaco.
La bolsa roja, la iguana, la sandía, todo sirve para succionar, beber, morder, lamer, sonsacar, escudriñar en el sentido animal cual topo ciego huyendo de una zarigüeya, cavando hacia el centro de la tierra, hasta el tuétano, hasta el magma, así se arda en el mismo infierno, así se derrita la musculatura, cavar hasta que la panza se sienta satisfecha.
Luego del crimen, entierre, tape, sepulte, esconda el arma, salga silbando del lugar, disimule, póngase las gafas oscuras, cierre su suéter, ajuste la capota y camine lejos.
Revisó si se trajo la llave? Por si acaso, volver de vez en cuando suena prudente, echar una miradita por pura coquetería, para cerciorarse de que no se riega nada, o que no se quedó la plancha conectada, uno nunca sabe, "no vaya y sea..." para garantizar que todo sigue puestecito en su lugar.
Llevar mapa, linterna, lupa, salir y entrar campante, invisible, intocable, en el más silencioso anonimato, que no se le vaya el fav, el like o la solicitud, ahí sí, frío en las arterias, trágame tierra y escúpeme en la morgue, mejilla pálida, tic en el ojo y a sudar sangre.
Pero no hay problema, por acá se les da siempre la bienvenida, si se cierra la puerta se les deja la ventana abierta o la llave en la matera, si no hay nadie, sigan de igual forma, están en su casa, hay leche en la nevera, Bretaña y tal vez Lola los reciba batiendo la cola.
Y que vuelvan!