junio 13, 2011

Si a nadie le importa, por qué ha de importarme a mí


No es extraño, abrir el computador predisponerse para escribir y a la hora de desarrollar la idea la mente queda en blanco, sé que decir, pero me detengo a pensar en que palabras  esa persona en particular entendería, cuáles le agradarían y cuáles le harían entender lo que en realidad quiero decirle. Por fin las palabras flotan en la pantalla y se lee una idea más o menos comprensible. ¿Para qué? Mil escritos, mil dedicatorias y luego te das cuenta que ese ser humano o esos seres humanos a quienes tardas horas y horas en describir en paladear y que tratas de complacer simplemente ni se dan por enterados o simplemente  ni les importa. Siempre creí que escribía para mí, para mi equilibrio mental, dar algo de mí de lo que tomo cada día del mundo.  Decidí que algunas veces hay que abandonar la intención y dedicarse a la autocomplacencia y a la autempalagación.  Por estos días se acabaron los deleites para los demás.