abril 03, 2006

Marianita por la tarde...



Marianita, en una sincronía orgásmica se dopa de placer, delirio, deseo, palabras bastantes comunes en estos días en las conversaciones de las brujas, se toma un poco de los fluidos sexuales de su compañero de éxtasis; sus varoniles manos le acariciaban lentamente la piel curtida de sus inútiles brazos, sus cuerpos desnudos se entrelazaron unidos por la parte baja de sus abdómenes, su apéndice la hacía gritar frases alucinantes, hasta puntos inimaginables y sus gestos mudos la llevaban de un solo instante hasta las estrellas del techo y la bajaban lentamente hasta la cama, mientras las pupilas se dilataban extasiadas en cada una de las cimas de placer que él le provocó…



Que tarde la que pasó Marianita, que tarde!!… nunca se sintió más enamorada de su bello hombre, de su media naranja, el mundo la perdió para siempre, por que ella se encontró consigo misma en los brazos del ser que más la ama en el universo, del único hombre que la disfruta tanto como ella lo desea…


Ahora caminan por la calle, mientras la lluvia cae después de arroz chino y salsa de tomate, cuentan juntos los carros rojos y los buses verdes por las avenidas, al mismo tiempo los transeúntes envidiosos suspiran mientras ellos derrochan amor a manos llenas…



Rain fall down/ the rollings stones


[...] Me decía una y otra vez que, si un hombre, un hombre sincero y desesperado como yo, ama a una mujer con todo su corazón, si está dispuesto a cortarse las orejas y enviárselas por correo, si es capaz de sacarse la sangre del corazón y volcarla en el papel, saturar a esa mujer con su necesidad y anhelo, asediarla eternamente, no puede ser que ella lo rechace. El hombre más feo, el hombre más débil, el hombre más indigno, ha de triunfar por fuerza, si está dispuesto a dar hasta la última gota de sangre. Ninguna mujer puede rechazar el don del amor absoluto. […]

Henry Miller… Sexus I, 1965.

PD: No te han llegado aún mis orejas???